Probablemente esperé mucho para escribir respecto a este tema, pero igualmente será de amplia discusión en los próximos años al acercarse las nuevas contiendas políticas. Es un tema, que hasta hace poco, era muy discutido en la prensa debido a la delincuencia infantil y al muy bajo rendimiento escolar. Ante tal creciente problema, la sociedad ha decidido plantear posibles fórmulas para solucionarlo, entre esas el aumento de penas.
La creciente tasa de delincuencia infantil y el fracaso escolar no es un tema nuevo. Es el resultado de un proceso que se viene dando desde hace ya varios años, no solamente en nuestro país, sino en toda Centroamérica. Seguramente al preguntarle a un centroamericano sobre delincuencia, piensa en los grupos como las Maras. Este grupo predomina en El Salvador, Guatemala y Honduras e incluso están activas en los Estados Unidos. Precisamente debido a este hecho, los panameños, durante años, pensamos que nuestro país estaba libre de problemas de esta índole. Aparentemente demoramos demasiado en percatarnos que temas tan importantes como la delincuencia nos afectan tanto como a ellos.
Ante tal situación, el gobierno tomó la medida de arrestar a cientos de jóvenes en los barrios más populares de la ciudad. En ese instante, se plantea la posibilidad del aumento de penas como una solución al problema. Ante esto, salen a relucir los defensores de los derechos de los menores y se forma un gran debate que se estanca. Me preguntaba yo en ese momento, qué tiempo iba a pasar para que los soltaran y el tema desapareciera de las prioridades del gobierno (que por cierto cambian cada mes). Pues, evidentemente, al rato salieron estos jóvenes y de vuelta están en nuestras calles. Desaparece nuevamente el tema de la seguridad y es reemplazado por otros menos importantes que deciden discutir nuestros “distinguidos” diputados. De cualquier forma, ¿Existe acaso un plan para la resocialización de estos jóvenes? ¿Qué se va esperar de este sistema en el país, si en nuestras cárceles apenas hay espacio? Es, precisamente, este gran círculo de debates y las famosas comisiones sin fin lo que nos frena a cada rato, nos estanca y que por su lentitud y poca voluntad, nos atrasa y nos hacen cambiar nuestras prioridades constantemente. Esto ya es común en nuestro país que evidentemente no se aleja del patrón que siguen los países como el nuestro. Me pregunto si lo mismo va suceder en Francia (me imagino que no va ser el caso), siendo este tema uno de los más importantes en la agenda del nuevo presidente de Francia, Nicolas Sarkozy.
Otro serio problema que nos afecta es el bajo rendimiento escolar (asumiendo muchas veces colegios públicos debido a que es ahí donde se aplican las pruebas) y, por ende, el gran fracaso en los exámenes de admisión de la Universidad de Panamá. La Universidad de Panamá tomó la decisión de reducir el índice mínimo de ingreso de 1.0 para dar espacio a los jóvenes que fueron incapaces de obtenerlo en las pruebas (excepción a todo esto es la Facultad de Medicina donde es siempre lo contrario). Esta decisión que tomó la universidad, aparentemente, no es nueva, pero sale a relucir en momentos en donde se cuestiona profundamente la educación.
Lastimosamente, no podemos comparar los resultados de la Universidad de Panamá con una universidad privada del país, ya que éstos no aplican ningún tipo de prueba de ingreso a sus estudiantes. Esto es una pena y, en mi opinión, absurdo en todo el sentido de la palabra, pero estoy casi seguro que el resultado sería el mismo o muy parecido, por más que en esos centros se concentren estudiantes, en su mayoría, de mayores ingresos económicos y de colegios privados.
De la misma forma quiero expresar mi enorme disgusto ante las caricaturas publicadas en el diario La Prensa el día 17 y 18 de mazo del 2007 (véase fotos anexadas al final del artículo). Los autores se excedieron al insultarnos y compararnos con un burro y unas cucarachas. Existen muchos estudiantes que nos esforzamos enormemente y cumplimos con las exigencias de un alto índice de ingreso y a lo largo de nuestra carrera, como es el caso de los estudiantes de la Facultad de Medicina. Sobre estas aberrantes caricaturas se han expresado muchas personas como es el caso del profesor Sebastián Vásquez Ph.D, profesor mío del curso de Fisicoquímica.
Es de importancia reconocer, por parte de las autoridades de este país, que este flagelo que nos afecta hay que atacarlo desde la raíz. Es un problema que nace en la mediocre educación que reciben los niños/jóvenes en los colegios, y que continúa en la mediocridad en los estudios universitarios. Es el producto de la pésima financiación de los centros escolares, de la corrupción, la pobreza y el desempleo. Este problema sí es un círculo vicioso que vale la pena analizar profundamente y darle soluciones inmediatas. No confundamos a la sociedad con debates y comisiones que no progresan. Dejemos intereses a un lado y transformemos esta sociedad joven por el futuro de nuestro país.
Fuente de las imágenes: caricaturas publicadas en el diario La Prensa, el día 17 y 18 de marzo del 2007. Obtenidas de la página oficial www.prensa.com
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