Las grandes universidades del mundo forman grandes mentes, no tanto porque los profesores enseñen algo distinto a los de aquí, sino porque tienen enormes fondos destinados a la investigación, gracias a donaciones, apoyo gubernamental, etc. Aún así, cuentan con profesores con más pedagogía, más ganas de enseñar y que inspiran más, facilitando el aprendizaje de los estudiantes e inspirándolos a ser mejores. Hoy en día, una universidad que no investiga, deja de ser universidad para convertirse en una escuela que transmite conocimientos.
Existe el otro tipo de transmisor de conocimientos, el maestro. Para ser un transmisor de conocimientos de medicina debería ser necesario ser un maestro, no un profesor, y aun más en países como Panamá. Un maestro es un profesor que inspira a sus estudiantes, transmite sus conocimientos de una forma didáctica, con energía y dedicación absoluta, con la misión de dejar en el estudiante más que simples conocimientos que adquirió al leer un libro o tomar un curso. Un maestro deja en sus estudiantes su experiencia, los respeta y los toma en cuenta, les aconseja y les trata con el más alto grado de humanismo, recordando siempre que está formando personas que deben recibir dicho trato, para así dar ese trato a sus futuros pacientes. Por lo tanto, me percato que la queja del trato de un médico puede ser un problema mucho más profundo de lo que se cree. Es similar a quien dice que cada uno es como es en su casa.
Por suerte, he tenido algunos profesores que cumplen con los últimos requisitos. Han sido los suficientes por ahora, al menos para mí, para formarme como un estudiante que se preocupa por los demás, que espera poder ser diferente, aspira a lo más alto y que encuentra en la medicina , el estudio y los libros, una forma de conectarse a lo objetivo y racional.
Tomar una maestría o un curso de pedagogía, no debería ser el único requisito para ser un transmisor de conocimientos en una facultad. Al leer sobre los transmisores de conocimiento del pasado, he podido percatarme que también existían maestros sin tener dichas maestrías. Veo algunas cosas positivas últimamente, pero pienso que para solucionar tantos problemas hace falta un cambio en lo más profundo del sistema, un cambio de actitud de las autoridades, administrativos y profesores, así como un cambio en los estudiantes. Hasta que eso no ocurra, no existirá un verdadero cambio.